lunes, 22 de febrero de 2016

JINETE

Jinetes en la Feria de Jerez, de JL Balbín.
Acrílico sobre lienzo
Es tanto el orgullo y la admiración que siento hacia mis padres que son para mí lo más sagrado de este mundo. Es increíble que unos padres con su sola presencia, sinceridad, espontaneidad, amor y lealtad se hayan ganado todos mis respetos y sobre todo mi corazón.

Mi padre, D. Francisco Jordi Sánchez,
autor de la poesía titulada Jinete
La sorpresa más sensacional que he recibido en mi vida ocurrió una inesperada mañana del día veintidós de febrero de 2016, al encontrar una poesía escrita por mi padre, D. Francisco Jordi Sánchez, dedicada especialmente a mí por el día de mi cumpleaños titulada Jinete, con un posdata que decía: «recuerda siempre que no soy tu amigo, sino tu padre». Aquellas palabras se quedaron grabadas para siempre en mi memoria, pues un jinete cabalga solo por los senderos de la vida y no hay mayor orgullo para un padre que ver a su hijo superando los obstáculos del camino. Creo que ese ha sido el mensaje que me ha querido transmitir en sus versos. Unos versos cargados de sentimientos y recuerdos rescatados desde lo más profundo del alma que quedaron anclados en la añoranza por siempre.

Es una poesía que a fin de cuentas no estaba destinada al público, pero yo he querido compartirla con ustedes, estimados lectores, porque me parecen unos versos, desde mi humilde opinión, de auténtica categoría y seguramente les evoque esa nostalgia de aquellos tiempos en los que emprendieron por primera vez aquel viaje a galope por los montes de la vida como auténticos jinetes. Eternamente agradecido...

Cabalga loco el reloj del tiempo.
Jinete de caballo de cartón y Tío Vivo,
Yo, Francisco Jordi Páez, vestido
de jinete cuando era pequeño
de caballitos de mar y de faldas queridas.
Jinete en borricate.

¡Al trote, al trote!
¡Al galope, galope, galope!
Y te reías, y más te reías,
al ver rodar el gorro de calañé
por el suelo del albero polvoriento
de la Feria de Mayo en Jerez.

Aún siento tus piernas en mis hombros
y el pinchazo de los caireles en mis manos.
¡Súbeme aquí!, ¡móntame allí!
Con esa sed agónica de cataratas de agua,
y sudores saladitos de sabor a colonia de limón.

Galopas hoy por los montes de la vida,
e ilusos, nos agarramos tu madre y yo
a las riendas de este retrato.
¡Pero si ayer estabas aquí!
¡Si aún llevo el pañuelo de tus mocos!

Sonrío.

Mi padre, me toca la espalda
¡Que quiere limpiarme los míos!

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